Los periódicos dicen que Rato está
dolido. Que está psicológicamente abatido, decaído, triste y otro montón de
sinónimos más. Yo lo entiendo. Una detención jode a cualquiera, pero más debe
joder cuando uno era el milagro económico español y de un día para otro se
vuelve el objetivo de toda la prensa nacional. Aunque sea para defenderlo.
En
este país la prensa tiene un doble objetivo que asusta un poco, todo hay que
decirlo. Esta indulgencia con los poderes dice muy poco de su independencia, y no digamos de su objetividad. Sé que sorprenderse a estas alturas de
que los medios de comunicación sean objetivos y de ética recta es muy ingenuo, pero
no hay que perder la esperanza y la costumbre de desengañarse. Al fin y al cabo
ya nos han metido al Santander y a la Coca-Cola en las principales portadas de
los periódicos nacionales.
Lo
que no hemos visto es ninguna acusación infundada. Al fin y al cabo el
ciudadano Rato es un ciudadano con pasta y puede meterle un buen puro al
periódico que se atreva a conjeturar delitos de terrorismo o de cualquier cosa que no se haya dejado por escrito. Rodrigo ha sido ministro y podemos fiarnos de él, sabemos que
a pesar de que le acusen de alzamiento de bienes y de blanqueo de capitales no
es como uno de esos tipos peligrosos de ochenta años capaces de agredir a cinco
antidisturbios con su andador. Nuestro Rodrigo tiene sesenta y seis años y no está
para fugas intrépidas ni jugarretas bruscas: de hecho, se muestra colaborador
en todo momento.
Pero
como digo en el título del artículo, "Je suis Rato". Estoy con él en
su calvario, aunque con él sí se han
seguido las normas del manual de actuación policial, y se le ha tratado con
presunción de inocencia y se ha sido indulgente. No ha sido como a esos
manifestantes a los que les parten la cara o los apalean a porrazos en medio de
la calle, claro. Este ciudadano ha sido ministro y aunque todos somos iguales
ante la ley, algunos son más iguales que otros (como dijo Orwell). Y tras ocho
horas de registro, le han dejado irse tranquilamente hasta que llegue la hora
del juicio, por si tiene que hacer algún viaje de emergencia a Suiza o a algún
país donde va la gente sospechosa. Como otro ex-político famoso que se fue a
Andorra.
El
presunto milagro económico se puede salvar de la prisión, y todos lo sabemos.
Ya está trabajando en ello la prensa con su "Je suis Rato"
particular, sacando del cajón de los olvidos todo lo bueno que este ciudadano y
ex-ministro ha hecho por nosotros. Me gustaría confiar en la justicia y en la
policía y en que van a actuar como se merece el caso, pero creo con sinceridad
que no van a estar a la altura y que lo vamos a ver irse de rositas. Me
gustaría ver a Rato, si al final se determina que debe ir a la cárcel, entre
los presos comunes y no en una cárcel de ricos. Pero, presunción de inocencia
por delante, este hombre quedará libre o se le pondrá una pena ejemplar, para
poder salvaguardar la imagen del partido de gobierno. Como quien dice, en
cuatro días estará en la calle.
Si Rato es inocente, que la justicia actúe con rectitud. Sólo espero
que no tenga que darnos vergüenza una vez más ser españoles y ver cómo otro
corrupto más se va de rositas. Si Rato es inocente, la libertad sea con él. Y si no,
ya sabe, señor juez. Pero yo tengo mis dudas.
- José María
- José María