martes, 4 de agosto de 2015

Despolitizar la política

Retomo el blog, que estuvo parado por las oposiciones y otras cosas.


- Despolitizar la política


La concepción de política de cada generación cambia. Esto es obvio y normal. Deseable, hasta cierto punto. Cuando un conflicto político termina, podemos concluir que es porque uno de los grupos en liza ha conseguido despolitizarlo: sea la firma de una constitución para todos los españoles (símbolo de concordia y acuerdo entre los grupos de la transición), sea el establecimiento de un sistema educativo. Cuando se establece un statu quo podemos decir que un asunto se "desideologiza": es decir, que la ideología de la clase dominante triunfa.

    Conforme nos adentramos en el siglo XXI, la ideología dominante en el bloque occidental de la guerra fría avanza con más fuerza sus posiciones, y terrenos considerados siempre como naturalmente políticos porque hay una lucha por controlar su significado (sistema educativo, judicial, etc.) empiezan a ser acusados de reductos de marxismo o extrema izquierda. Nidos de política e ideólogos que "nada tienen que ver con el mundo real". Seguro que estas palabras son parecidas a las de alguna tertulia política nocturna. Así, acudimos al curioso espectáculo en el que se pide la desideologización de la educación, de los medios de comunicación (¡ni más ni menos!) o de la propia política. Aparecen partidos que tan solo pretenden reformar un poquito allí y otro poco aquí. Medidas de sentido común.

    Esta jugada pretende crear una barrera en torno a ciertos campos de discusión para protegerlos. Se pretende despolitizar la educación para imposibilitar el debate sobre ella. En este sentido, la política moderna se puede entender como una post-política, en palabras de Slavoj Zizek: una acción de partidos guiada por expertos que no pretenden sino afinar el funcionamiento de los estados modernos. Nada de cambiar, nada de pensar fuera de la caja capitalista moderna. Cuando se despolitiza un problema es porque se deslegitima la crítica sobre él, y sería una locura pretender cambiarlo. Desideologizar aquí significa establecer, grabar en piedra. En la escuela no se debería hablar de política porque es un tema de mayores y los niños no necesitan saber nada de eso. Es de sentido común.

    Es inevitable que este fenómeno se produzca: las sociedades requieren estabilidad y unos principios básicos de acuerdo para funcionar. Lo que ocurre es que el discurso que las clases dirigentes tratan de establecer nos habla de una realidad ideal en la que no existe ideología alguna, y que esta es un invento de un grupo de radicales que buscan hacerse con el poder para enriquecerse personalmente. Se llegan a utilizar términos tan sonrojantes como "fascismo de izquierdas" para caricaturizar cualquier posición que no sea la del justo medio y la del sentido común. La educación es un terreno en el que la lucha es poco menos que imposible: la universidad es un campo en el que cualquier movimiento crítico es calificado como rupturista e ideologizado. Por supuesto que lo está: como la propia institución, aunque esto no se reconozca. El statu quo en este ámbito está casi alcanzado. La sociedad cambia y establece sus nuevos parámetros. Termina el combate.


    No hace mucho tiempo que se publicó un libro de texto para la Educación Primaria en el que se decía que Lorca "se había muerto". Es un ejemplo útil para comprender esta forma neutra de la política: la literatura y la educación no tienen nada que ver con las ideologías, así que es preferible construir un relato en el que Lorca "se muere", antes que hablar de un crimen de odio hacia los homosexuales, o de cómo se tuvo que exiliar la intelectualidad española tras la guerra civil. Eso no interesa: en literatura sólo hay que hablar de un autor y su obra: es de sentido común.

- José María

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