domingo, 31 de mayo de 2015

Olvidados y olvidadizos

Ha pasado más de un mes desde el trágico terremoto de Nepal. Ya he hablado en otras ocasiones de muertes e injusticia, de olvido y moralidad, pero lo haré hoy otra vez. Esta vez, como ejercicio para la memoria.

No todos nos enteramos a la vez del seísmo. En mi caso, estaba comiendo cuando vi en las noticias que había habido un terremoto muy fuerte en Nepal y que se contabilizaban ochenta y tantos muertos, y cientos de desaparecidos. El periodista repetía que el gobierno del país “temía que hubiera muchos más muertos”. Después, se nos recordaba la cantidad de europeos que estaban desaparecidos o aislados. Este fue, más o menos, el esquema que se utilizó durante días en los siguientes informativos. Se añadían vídeos impactantes (grabados por los extranjeros con extranjeros como protagonistas) sobre avalanchas de nieve, templos que se desmoronaban y otro sinfín de desgracias. La cifra de víctimas pasó de los mil en pocos días. Lo demás es historia: medicinas, alimentos y colaboración extranjera. Y los turistas, de los nervios porque los recogían con mucha lentitud. No haré sangre sobre esto: yo a lo mejor me hubiera puesto igual.

El doce de Mayo otro terremoto sacudió Nepal, pero a esas alturas el primero y sus víctimas ya eran notas al pie en los informativos. La información había agotado su interés. Pasó como con todo: la oleada de solidaridad tuvo su reflujo. No tardó en escucharse a aquellos que se habían enterado los primeros de todo, y los que varios días después expresaban su consternación y su tristeza ante el terremoto eran unos hipócritas y sólo les interesaba el asunto porque salía por la tele. Una vez más, la muerte y lo fácil que es moralizar ante ella. Lo difícil que debería ser. Lo malos que somos porque no hacemos nada ante la desgracia ajena y lo poco que realmente nos importa que se mueran unos pobres allá en el interior de Asia.

Ha pasado más de un mes desde el trágico terremoto de Nepal, y como pasa siempre que se agota una noticia, ya está todo olvidado. Los muertos siguen olvidados, y los olvidadizos se han olvidado ya. Los que no olvidaban, los más solidarios y los activistas de boquilla también se han olvidado, y los supervivientes del terremoto son hoy más pobres y más infelices que hace un mes, sin importarles la opinión de unos europeos de clase media a los que no les importa realmente cómo está Nepal, sino la imagen que le van a dar a sus amigos con su opinión, lo más controvertida posible, de los pobres nepalíes. Todo el respeto para aquellos que, en la medida de sus posibilidades, han preferido opinar con sus medios y se han ido al lugar del terremoto o han colaborado en lo posible a aliviar la desgracia de los afectados.

- José María



PD: Para ilustrar un poco lo que digo, dejo aquí el mapamundi de las tragedias que elaboró Cinismo Ilustrado. La cantidad de telépatas de este país es asombrosa.


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